Perdonen, tengo diez minutos. Les platicaré lo que pueda en este tiempo corto. Pongo a mis dedos a correr, mientras mi mente descansa un poco. La vida, así va, frenética. Nos persigue el tiempo – ¿o nuestra psique? – y lo único que nos queda es sacar provecho de cada instante. La cocina, el quehacer, el trabajo, el súper, el famoso multitasking. ¿En qué momento nos pusimos a perseguir todas las metas existentes? Como mujer, este ha sido un gran conflicto, el de lograr la carrera profesional, pero al mismo tiempo no dejar de lado lo importante que es “desarrollar una familia”. Incluso si esa familia eres tú misma. Eso, nosotras, de alguna manera, reconocemos la importancia de una casa que es un hogar; una mujer soltera se encarga mejor de sus comidas que un hombre en la misma situación. ¿Será mero entrenamiento cultural? Lo que sea, no está mal, no está mal tener esa habilidad de procurarse un hogar.
Pero, ¿qué pasa cuando también tenemos que sostenerlo? Y bueno, hablo de mi correr como una problemática de una mujer, pero es tal vez el caso de la vida moderna. ¿Qué les puedo yo decir? Ahora, tengo que aprender un idioma para una entrevista de trabajo, me lamento no poder tener las rutinas de ejercicio que quisiera, hago la compra para hacer la comida más eficiente posible, cuido lo que puedo a mis amistades y mis plantas, y aún así, siento que si paro, algo se va a derrumbar.
La próxima semana tengo una entrevista de trabajo, en Alemán, por eso lo del idioma. Y claro, no lo estoy aprendiendo desde cero, pero mi nivel tampoco es tan bueno como de entrevista de trabajo. Por eso, ahora todo lo hago en alemán: leer, la música, los audios que escucho. Así, a ver si mi cerebro se adapta al nuevo contexto y está listo el viernes que entra. Es el trabajo que más deseo de todos los que he visto anunciados, sólo que no sabía que me pedirían la entrevista en alemán, y estaba yo papando moscas. Les contaré pronto cómo salió esto. Por ahora, corro a lo que sigue. Un abrazo.
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