Llevo ya más de tres semanas en Berlín. El tiempo acá se me pasa volando, me siento como pez en el agua y, a veces, me pierdo como náufrago en la marea, pero en un buen sentido. He disfrutado mucho este tiempo, aunque el que se vaya tan rápido me impide a veces “saborearlo” más... y pronto vuelvo a mi pueblo.
Estoy trabajando todo lo que puedo, dadas las miles de distracciones que me rodean. He tratado de tener una rutina, y, sobre todo, ahora que estoy en casa de un amigo que es muy rutinario, he podido recuperar algo de eso. La segunda etapa de la entrevista ya la hice (una tarea que duró una semana) y ya la pasé. Todo eso se ha movido. Dormí en casa de un desconocido (en camas separadas), salí de fiesta, tomé café – muchas veces sola y varias otras con amigas – fui a un concierto y al cine; cancelé citas, me cancelaron citas, programé otros encuentros. Tuve distorsión corporal de tantos nervios, disfruté mucha comida rica, me revolvió el estómago un vino, me enfermé, me recuperé, me ignoró maratónicamente el chavo que me movió el tapete hace un tiempo y que sigue ocupando un rincón de mi mente. Tuve otros encuentros y desencuentros, y lo más bonito de todo: conviví mucho con varios amigos, compartí alegrías, risas, penas y abrazos. Superé la distorsión corporal; ayer un amigo me dijo con preocupación que me veía delgada, hoy comí lasagna porque no vaya a ser. Realmente bajar de peso no es bueno; hay que estar sanitas, para seguir funcionando, disfrutando y abrazando.
Un abrazo, lectora-lector del otro lado de la pantalla. Espero que tus días también estén bien aderezados <3
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