La historia de hoy es triste, es delicada, está llena de dolor, ternura e inocencia. Si una mujer hubiera quedado embarazada el 7 de octubre en Gaza, su bebé estaría naciendo ahorita. Claro, si todas las condiciones se hubieran logrado. ¿Habrá quien lo esté logrando?
Yo sé que este es un espacio de reflexión sobre nuestras vivencias con problemáticas emocionales, mentales y corporales. Yo sé que ustedes me leen porque son o especialistas en trastornos de conducta alimentaria, o familiares de alguien con un trastorno, o sufren del mismo. Yo sé que no están aquí para intercambios de opinión políticos o comentarios sobre los recientes hechos del mundo. Entonces, ¿por qué vengo a escribir de esta realidad?
Simplemente porque no puedo mutilarme. No puedo dejar en el clóset a una persona para salir al mundo a ser otra. Este diario es mi mundo y hoy no me mutilo para explorar una realidad en la que nuestro corazón sale a la luz y lucha por lo que cree que es justo, posible, humano; a pesar de las miradas que lo juzgan. Vivo, en muchas otras áreas, mutilada, sí. En mi calidad de migrante en un país que apoya a Israel y que ha impuesto varias sanciones para luchar contra el “antisemitismo” y el “apoyo a terroristas”, hay la amenaza de que, o te alineas, o juega tu pertenencia a este lugar. ¿Se está volviendo tan inhumano como para dejar una vida acá y volverme a México? No sé. Por algo también me fui de mi país en su momento. La búsqueda de “¿qué más es posible?” Una búsqueda válida y humana. La misma que me mueve a denunciar, sentir y ver la injusticia, la violencia, el descarado actuar de un estado altamente militarizado sobre una población cada vez más desplazada.
¿Qué tiene todo esto que ver con ustedes? No sé, simplemente que les considero un espacio de confianza, de honestidad, de sinceridad, de cariño y de compañía. Yo les considero así y se los digo para que sepan que yo también soy eso para ustedes. Y desde aquí, de la forma que puedo y con mis pequeños relatos, les acompaño; con un abrazo, triste, y un poco mutilado.
Tengo unos libritos que relatan las historias de niños en Gaza. Son unos pequeños “poemas”, muy tristes, muy tiernos. Son unos papalotes que hoy dejo olvidados en los cafés del pueblo donde vivo, esperando que alguien los eche a volar. Esperando que así sea.
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