“Is there something in the movies that’s better than my love?” pregunta Samia en una de sus canciones. ¿Hay algo en las películas que sea mejor que mi amor? No sé. Las películas a veces parecen mejor que el dolor, pues en ellas el dolor termina cuando se acaba la función. A veces las películas mentales parecen mejor que la realidad, esta realidad en la que las personas nos recordamos unas a otras los dolores de la infancia. Aunque a veces, cuando tenemos suerte, también sanamos, también nos acompañamos y nos curamos unas a otras, dolores de la infancia. Pero ¡qué terror el del recuerdo!, ¡qué terror el de la repetición! pues va una buscando el reparo, y se enfrenta con un acto fallido traído de antaño.
En las películas mentales somos dueñas del guión: ahí me fui a vivir hace mucho tiempo. En ese érase una vez de mi cabeza parecía transitar la vida con tranquilidad y con emociones de todo tipo, pero mediadas, por mí, por la guionista. Hasta que ya tarde en mi vida me di cuenta de que me faltaban personajes reales, de carne y hueso. Que no me iba a bastar para transitar este mundo, el real, con tener aquél de mi cabeza. Y salí a la realidad. Y me dolió. Me dolió mucho y hoy estoy llorando otra vez. Hace poco leí una historia de un gatito perdido en las calles de Gaza, lo encontró un chavo, con su ojito lastimado, arañado, y las orejas mordidas, claramente por otros gatos. Cuando las repentinas circunstancias de un desplazamiento humano, como es la guerra actual, llevan a un gatito que está acostumbrado al calor de su hogar a encontrarse con una jauría, éste no sabe, no puede, no tiene las herramientas para protegerse. Y así me pasó. En mi caso parece que más bien una bomba de tiempo me orilló a salir al mundo, y salí… y me encontré a mí misma después del encuentro con la realidad, arañada, lastimada, y con necesidad de muchos cuidados para sanar. Hoy me cobijo con mis amigos y conmigo misma para seguir sanando, y evito regresar a la película de mi cabeza, para no quitarme lo que sí aprendí de esta vuelta por el mundo exterior. Evito, todo lo que puedo, la evitación, esperando así poder realmente curar estas heridas... Por más que a veces me gustaría meterme a la pantalla, y ser película otra vez.
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