¿Cómo es posible que tenga tantas ocupaciones que no pueda detenerme a escribir una página un día, cuando leo que un pequeño escribe un diario mientras vive la guerra? ¿Cómo es posible que yo no pueda detenerme a expresar lo que siento y lo que vivo cuando alguien en Gaza, o ya no ahí, sin casa, escribe diario, varias veces al día, el reporte de su situación física, emocional, humana?
Tal vez es simplemente por la irrelevancia de lo que vivo. ¿Qué les puedo contar, sino simplemente que todo va bien? O no tan bien, pero normal, como la vida, toda descompuesta. Descompuesta y bien al mismo tiempo. Así mi vida, como la tuya y la del señor de al lado.
Descubrí esta semana un término psicológico, le llaman “vergüenza tóxica”. Eso, hay vergüenza de la buena, de la que tienes para que no te reclamen no tenerla, de la que se contrapone al cinismo, y lleva a la reflexión. Pero la tóxica sobrepasa lo sano y te aprisiona en un estado de inacción, o sobre-exaltación. Esos estados conocidos como “pelea o corre”. Esos lugares mentales que nos hacen pensar que nuestra vida y nuestro valor está en riesgo. No sé, a veces parece que hay epidemia de enfermedades mentales, y en vez de ponerme a platicar de mis trastornos psicológicos hoy prefiero extender la pregunta: ¿y tú, cómo estás? ¿cómo la llevas? ¿cómo lo logras? Así, con la vida toda descompuesta ¿cómo lo haces? Y extender una mano, no una crítica, no un juicio, no un diagnóstico, una mano. Una mano y mi admiración, porque aquí estás. Porque sin duda luchas y lo has logrado, porque sin duda tienes el coraje de seguir. Así, con la vida toda descompuesta. Así, como es. Y no dejar que la vergüenza tóxica te diga que es tu culpa, porque no lo es. La vida así es. Viene descompuesta ya de fábrica, y a nosotros nos toca componerla, poquito a poco, como a una guitarra abandonada. Nos convertimos en lauderos, comenzamos por sus grietas, otro día vamos al mundo a conseguir cuerdas, de ahí toca afinarlas. Y así, así vamos componiendo la vida. Yo sé que tu guitarra va mejor ahora, va por buen camino, porque aquí estás y eso quiere decir que has librado de todo. De todo. Que has sanado varias grietas y que ya tienes un par de cuerdas entonadas, el resto, llegarán a su tiempo. Así es la vida, descompuesta, pero a su tiempo, se compone. Y en el camino, también se disfruta, conforme aprendemos a disfrutarla. Así volvemos al lugar en el que los abrazos son un refugio, volvemos al lugar en el que nos sentimos conectados, volvemos a aprender a conectar. Y en lo que la guitarra sirve, cantamos con lo que tenemos.
¿Y tu canción, cómo va? Yo te abrazo, porque en el mundo hay mucha violencia, y no es humano vivirla. Yo te abrazo, para ser humanas por un momento aunque sea. Y canto, también tu canción.
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