En la actualidad, es imposible que pase un día sin haber recibido por lo menos un mensaje sobre el cuerpo, el peso o la apariencia. Comerciales, películas, redes sociales y hasta conversaciones cotidianas transmiten la importancia de buscar un cuerpo delgado para ser valorado.
Es así como muchas personas comienzan con dietas extremas, que prometen grandes cambios en poco tiempo. Estas, en su mayoría, son desbalanceadas pues no incluyen todos los nutrientes necesarios para una correcta alimentación. Además, requieren de incalculables esfuerzos para restringir ciertos alimentos y/o cantidades. Por ejemplo, una dieta basada en proteínas que elimina los hidratos de carbono.
Lamentablemente, lo que podría parecer un gran esfuerzo por la salud, lleva a menudo al resultado contrario. De acuerdo con el nutriólogo Manuel Moreno, profesor de la Universidad Católica de Chile, las consecuencias de las dietas desequilibradas son: debilidad generalizada, calambres, desmayos, dolor de cabeza, anemia, mayor riesgo de infecciones, daño renal, arritmias cardíacas y disminución de la capacidad intelectual. Lo más alarmante es que algunos de estos resultados pueden llegar a ser irreversibles.
Además de todas las consecuencias físicas que generan, estas son ineficaces y contradictorias. Un estudio del 2007 encontró que 2/3 de las personas que hacen dieta recuperaron más peso del que inicialmente habían perdido. Del mismo modo, investigaciones indican que tener un plan alimentario restrictivo aumenta la producción de la hormona grelina, la cual estimula el hambre (Bombak en Rittenhouse, 2018).
En realidad, “los únicos efectos de ponerse a dieta, que han demostrado ser consistentes y duraderos, son la insatisfacción corporal y la depresión” (Rittenhouse, 2018). Esto tiene sentido pues, el desequilibrio conlleva a más desequilibrio, tanto emocional como físico y restringir lo que el cuerpo necesita para funcionar, simplemente provocará que no funcione.
Por lo tanto, el camino a la salud no incluye ir contra nuestro organismo, sino más bien escuchar su sabiduría. Honrar las sensaciones de hambre y saciedad son una buena forma de empezar, así como proveernos de la energía necesaria para llevar a cabo las actividades diarias; recordando siempre que, la salud va más allá de la apariencia.
María Linares
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