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Foto del escritorCentro Neandi

Tu, ¿qué historia quieres contar?


¿Alguna vez has juzgado a un libro por su portada? Sí, me refiero a que literalmente hayas elegido leer un libro por haber visto una portada atractiva. ¿Qué tal te pareció? ¿Realmente la portada del libro determinó su contenido? Ahora te pregunto, ¿alguna vez has comprado un libro sólo para admirar su portada? Creo que eso sería muy raro, regularmente lo interesante del libro es leer su contenido.

Sucede lo mismo con el ser humano, su “portada” es importante, pero lo que realmente atrae es el contenido que tiene dentro. ¿qué pasaría, si yo como ser humano nada más me dedico a embellecer mi portada y me olvido de mi contenido? Claramente me estaría perdiendo de la parte más importante de mí mismo; sin olvidar que, podría correr el riesgo de adornarme tanto que consiga como resultado una portada peor de la que antes tenía.

Pero, ¿a qué voy con la metáfora del libro? Como te imaginarás, la utilicé para explicar la forma en la que las personas con TCA se enfocan tanto en su imagen corporal, que se olvidan de otras cosas igual o más importantes. Para plantearte mejor la forma en que esto sucede, te voy a dar un ejemplo.

Yo tenía una compañera que pasaba gran parte del día en el gimnasio; después de la escuela, comía algo ligero y se dirigía a entrenar. Poco a poco fue incrementando su compromiso por asistir, no se podía permitir faltar y se obligaba a llevar una dieta estricta reducida en carbohidratos. Claro que su Instagram estaba lleno de fotos de su apariencia y de cómo trabajaba sus músculos. Ella no solo descuidó la escuela, sino que también a su familia y amigos; lo peor es que se le veía insatisfecha con los resultados en su cuerpo, cada vez quería más.



Es así como la diagnosticaron con un trastorno de conducta alimentaria, el cual comúnmente es conocido como vigorexia. Se basa en hacer mucho ejercicio con el objetivo de acrecentar la masa muscular; por lo que, al dedicarle tanto tiempo, se descuida la esfera social, académica, familiar y personal. De esta forma, la persona luchará por llegar a una portada perfecta, pero se olvidará de escribir el contenido de su historia. Su afán por que los demás reconozcan esa portada, no le dará la felicidad anhelada; pues, por mucho que lo hagan, las hojas del libro estarán vacías. Ante esta situación, yo te pregunto, ¿tú qué historia quieres contar?

María Linares Marín



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